Cuando realizo mi terapia Reiki, Amo sentir como la energía fluye desde mi chakra coronilla, hacia mis manos, aliviando a mi paciente. El calor de la energía se apodera prodigiosamente de mí ser y puedo ver como rebosa por mis manos, llevando sanación desde la punta de la cabeza hasta la punta de los pies de la persona que desea ser curada. Una mágica oleada de calor, recorre cada órgano, cada hueso, cada músculo, cada glándula, que va siendo despertado, restablecido y mejorado a medida que mi terapia Reiki se va llevando a cabo.
Adoro mi terapia Reiki, porque cura maravillosamente las dolencias físicas, lleva calma, tranquilidad, paz y sosiego, equilibrio y limpieza energética a las personas que acuden a mí. Me siento bendecida y privilegiada por el universo, por enviarme seres que buscan ayuda espiritual, o que necesitan liberarse de conflictos emocionales de toda una vida o de largos períodos de sufrimientos internos, que no habían podido sanar con tratamientos médicos, psicológicos o psiquiátricos.

Sanar con un tratamiento Reiki, es una labor y una misión de vida, un don del universo, que requiere ser inmensamente compasivo y amoroso, porque NO son las técnicas más actualizadas apoyadas en cientos de títulos, lo que alivia y mejora a la gente, No es un consultorio suntuoso, o las medicinas más costosas…lo que sana verdaderamente, es el Amor con el que ves a tus pacientes, la empatía, la inconmensurable entrega y el pedirle a Dios, a los Guías, a los ángeles y Maestros, cada día de tu vida, por la curación de quienes alivias, cuya alma va en busca de tus terapias. Y es de ahí, de donde surge la más asombrosa, curativa y sanadora energía Reiki que se conecta corazón a corazón y alma con alma con cada paciente que llega a mis terapias alternativas y sanaciones BEPV. (Bepv).